Lección: Folletos Evangelísticos, Parte 1
“Cuando compartimos nuestra fe, es una posición de ganar o ganar. Si la gente acepta lo que decimos, ganamos. Si plantamos la semilla de la Palabra de Dios, ganamos; y aún si somos rechazados, ganamos. La Biblia nos dice que cuando esto sucede, el Espíritu de Gloria y de Dios descansa sobre nosotros (lee 1ª Pedro 4:14). Cuando contendemos por la fe y somos rechazados, debemos regocijarnos y saltar de gozo, porque grande es nuestra recompensa en el cielo (lee Lucas 6:22-23). ¡Es una posición de ganar cada vez que compartimos nuestra fe!” – Mark Cahill
Generalmente me acobardaba al pensar en darle un folleto evangelístico a alguien. No quería parecerme a un fanático religioso. Pero el hecho de pensar que cada persona no salva pasará la eternidad en el infierno me impulsa a hacer algo. Si no tengo la oportunidad de hablar con alguien acerca del Señor, un buen folleto evangelístico puede hablar por mí. Un folleto quizás no sea tan bueno como una conversación personal, pero un buen folleto evangelístico es mejor que nada de evangelio.
Al escribir a los cristianos corintios, Pablo explica a qué extremos llegaría para compartir el evangelio: “Me he hecho débil a los débiles, para ganar a los débiles; a todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1ª Corintios 9:22). Si Pablo quiso decir “todos los medios” no cabe duda que él hubiera usado los folletos evangelísticos como un medio para alcanzar a los perdidos.
Nunca desestimes el poder de un folleto evangelístico. Después de que George Whitefield leyó uno llamado “La Vida de Dios en el Alma del Hombre”, dijo: “Dios me mostró que debía nacer de nuevo o ser condenado.” Allí comenzó a orar: “Señor, si no soy cristiano, o si no soy un cristiano de verdad, por amor a Jesucristo muéstrame lo que es el cristianismo, ¡para que al final no sea condenado!” Luego, su diario nos dice: “Desde ese momento supe que debía nacer de nuevo…”
Un libro cristiano relata la historia verídica de un buzo que vio un pedazo de papel atrapado entre las valvas de una ostra. El hombre lo sacó, y descubrió que era un tratado evangelístico y dijo, “no puedo resistir más. Su misericordia es tan grande que hizo que Su Palabra me siguiera aún hasta el fondo del océano.” Dios usó un folleto para salvar a este hombre. También usó un folleto para salvar al gran misionero Hudson Taylor, y a muchos otros más.
¿Por qué debiéramos usar folletos los cristianos? Sencillamente porque Dios los utiliza. Este solo hecho debiera ser incentivo suficiente para que un cristiano siempre use folletos evangelísticos para alcanzar al perdido, pero aún hay más razones por las que debiéramos usarlos.
Aquí hay unas pocas:
- Los folletos pueden proveer una puerta abierta para compartir nuestra fe. Podemos observar la reacción de la gente cuando le damos un folleto, y ver si están abiertos a escuchar de cosas espirituales.
- Ellos pueden testificar por nosotros. Si somos demasiado tímidos como para hablar a otros acerca de las cosas de Dios, podemos al menos darles un folleto, o dejarlo en algún lugar para que alguien lo levante.
- Ellos hablan a los individuos cuando ellos están preparados; las personas no leen hasta que ellos están predispuestos a hacerlo. Ellos pueden encontrar una forma de llegar a las casas cuando nosotros no podemos. Con los folletos no se discuten razones; ellos establecen su argumento.
Oswald J. Smith dijo:
“La única forma de llevar a cabo la Gran Comisión será a través de la página escrita.”
Charles Spurgeon declaró,
“Cuando la predicación y la charla privada no están disponibles, necesitas tener un folleto preparado… Consigue buenos folletos llamativos o no uses ninguno. Pero un impactante folleto del evangelio puede ser la semilla de vida eterna. Por lo tanto, no salgas sin tus folletos.”
Si deseas que la gente acepte tu literatura, trata de saludarlos antes de ofrecerles un folleto. Si puedes conseguir que respondan a un cálido “buen día” o “¿cómo estás?” Eso casi siempre rompe el hielo y hace que ellos lo acepten. Después de saludar a la persona, no le preguntes “¿Quisiera esto?” Probablemente responderá: “¿Qué es?” En lugar de eso dile: “¿Te dieron uno de estos folletos?” Esa pregunta tiene un doble efecto. Despiertas su curiosidad haciéndole preguntar: “¿Uno de qué?” Aquí es cuando le entregas el folleto. Además le crea el sentimiento de que se está perdiendo algo. Lo cual es verdad.
Tal vez sientas desmayarte al pensar en entregar un folleto. No temas; no estás solo. Todos batallamos con el temor. La respuesta al miedo se encuentra en la cámara secreta. Pídele a Dios que te dé tal compasión que se trague tus temores. Medita en el estado final del impío. Date un tiempo para pensar profundamente en el infierno. Confronta lo que te hace tener miedo.
¿Te gusta la montaña rusa? Algunos cristianos desean probar el paracaidismo o los saltos en caída libre. ¿No es extraño? Estamos preparados para poner en riesgo nuestras vidas por amor al temor – y sin embargo estamos dispuestos a dejar que un pecador vaya al infierno por temor a darle un folleto. Pregúntate a ti mismo cuántas pilas de piedras sangrientas puedes encontrar donde cristianos han sido apedreados por predicar el evangelio. ¿Cuánta tierra chamuscada puedes encontrar donde han sido quemados en una hoguera? Parte de nuestro miedo es el temor al rechazo. Tenemos miedo de quedar como unos tontos. Esta es una forma sutil de orgullo. La otra parte de nuestra batalla con el miedo viene directamente del enemigo. Él sabe que el temor paraliza. Debemos resistir al diablo y sus mentiras. Si Dios está con nosotros, nadie está en contra.
Si nunca has dado un folleto, ¿por qué no comenzar hoy? Si tienes miedo cuando llega el momento de testificar, aquí hay algo que puedes hacer y que no necesita mucho valor. Entra en una cabina telefónica. Abre la guía de teléfono ve a las páginas amarillas; encuentra la palabra “Aborto” y deja un folleto justo allí (nota del traductor: En Argentina y en muchos países latinos no se ha legalizado el aborto por lo que la sección que busquemos puede ser otra como “ayuda al suicida” etc.). Entonces ve a la categoría “Acompañantes” y deja uno allí. Muchas cabinas telefónicas tienen una puerta, así que puedes cerrar la puerta detrás de ti y hacerlo sin miedo a que seas visto. No estás quebrantando ninguna ley, y simplemente estás dejando un folleto en aquellos dos lugares que pueden no sólo prevenir a alguien de tomar una decisión terrible que le transformará la vida, pero quizás pueda traerles a la fe en el Salvador.
Entonces cada noche, cuando cierres tus ojos para dormir, tendrás algo muy especial por lo que puedes orar: que Dios use los folletos que pusiste en diferentes lugares. También tendrás un profundo sentimiento de satisfacción de que has jugado una pequeña parte en cumplir la Gran Comisión de alcanzar a este mundo moribundo con el mensaje de vida eterna. No gastes tu vida. Haz algo por el reino de Dios mientras puedas hacerlo. Siempre recuerda: trata cada día como si fuera el último – un día acertarás.